Sep 10, 2005 - Una de comidas

Vale, China, paraíso astronómico, cultura milenaria, delicias y rarezas... pues si, si, todo esto y mucho más en nuestro estomago, pero no os vayáis a pensar que comer en este país es tan fácil como pedir arroz tres delicias y rollitos de primavera. 

No es fácil, porque no estamos preparados culturalmente. Nos han enseñado desde pequeños que bajar la cabeza al plato y chupar del borde, y desde luego sorber, es de mala educación. Nos han enseñado que no se deben dejar en la mesa los trozos sobrantes y mucho menos tirarlos al suelo. Nos han enseñado que no se puede eructar o escupir en la mesa, y desde luego no sonoramente. Y aquí, todo eso no cuenta. Aquí todo vale. Todo.

Y os aseguro que no es fácil comer como ellos. Ya no es por el tema de los palillos, que por fortuna aprendí a manejar desde joven (seria una premonición?) sino por todo lo que comer implica en este país. No me siento cómodo sorbiendo los tallarines directamente del cuento como ellos hacen (los empujan con los palillos en la boca y resto es sorber) ni bebiendo el liquido del plato a morro (pero así se hace) ni escupiendo fuera del plato, en la mesa, los trozos de carne o similar limpiados (al comer con palillos no hay opción de limpiar, por ejemplo, la carne en el plato, con lo que con anos de practica ellos lo hacen en la boca, metiéndose el trozo entero y escupiendo lo que no quieren: hueso, grasa, carne...) ni desde luego escupiendo ruidosa y ostentosamente, carraspeando la garganta hasta sacar cualquier rastro de saliva o similares antes de expulsarlo al suelo en cualquier lugar (por eso suele ser de plástico el suelo?) 

Aunque si uno se acostumbra a todo esto (y a cosas peores) pues tampoco comer parece, a priori, tan difícil. Pues lo bueno, muy bueno, es que a los chinos les ENCANTA comer. A cualquier hora, en cualquier sitio, se puede ver a chinos comiendo. Y restaurantes abiertos. Y puestos callejeros. Y restaurantes portátiles. Y carritos con fritangas. Y locales especializados... toda la variedad y surtido de lugares para comer se encuentran en este país.

Lo que más les gusta y como guiri es más fácil, son los mercadillos nocturnos, que se montan, como su nombre indica, al caer la noche. Cualquier acera es buena, siempre y cuando permita poner un chiringuito, un par de mesas y banquetitas. Normalmente se agrupan por comidas, cada puesto especializado en una variedad, para no complicar las cosas. Así que para el turista, que no sabe chino, que no quiere complicaciones ni perder media hora intentando pedir algo de comer (cualquier cosa al final, desesperado) pues aquí no tiene mas que ver lo que le gusta, señalar y sentarse a esperar que lo preparen. Los mercados nocturnos, además de ser sitios animados y divertidos, tienen la ventaja de que la comida es preparada en el momento, la mugre (o no) de los puestos queda a la vista de todos (no como en las cocinas de restaurantes) y que, sobre todo, son ricos y baratos.

Entre los puestos y variaciones vistas la numero uno de preferencia china es el Hot Pot, una cacerola de caldos hirviendo (uno picante, otro super picante) en la cual hunden pinchos con cosas clavadas en sus puntas para que se cocinen, como carnes, verduras, sojas y derivados y otras muchas que no hemos conseguido averiguar todavía de que están hechas (ni mejor saberlo) La segunda opción favorita, es como esta, pero con pinchitos fritos, en lugar de hervidos. está no la hemos probado, por grasienta, aparte de que uno no cocina sus propios pinchitos, con lo cual no tiene tanta gracia. Sopas de fideos con cosas se llevan el tercer puesto. Cosas como entrañas, grasas y carnes tan exóticas como el burro, en esta ciudad en la que estamos. Por ahora ni rastro de perro o gato. Y por ultimo las brasas en las que los kebabs de cordero con (cuanta más) grasa (mejor) y que por la insistencia de los tenderos deben ser uno de los favoritos de los turistas.

Mas opciones de comidas serias y de calidad (no incluyo por lo tanto chiringuitos o paraditas o similares) son los restaurantes. Hasta ahora podíamos elegir entre los de comida uygur (musulmanes) o china (estilo Sichuan normalmente, es decir, superpicante) lo cual le daba un poco de emoción al asunto. O bueno, no. Porque en los uygyr parece que solo tienen dos platos, que son los que ellos comen de desayuno, comida y cena, y esto sin exagerar: brochetas de cordero a la parrilla, tallarines caseros con cordero o samsas (bollitos de hojaldre rellenos de cordero). Así que podían ser mas o menos Buenos, pero desde luego, variados no es el adjetivo a aplicar en ellos.

Los restaurantes chinos son, desde luego más desafiantes. Nunca tienen carta en inglés. NUNCA. Nunca hay alguien que hable medianamente (o bueno, básicamente) inglés. NUNCA. Y normalmente, como deferencia al cliente extranjero y pudiente, gustan de sentarte en reservados, con lo que uno se siente a la hora de pedir la comida, acorralado en un ring, con un menú en chino y un camarero (muy voluntarioso) pero corto de entendimiento, por idioma y por cerebro (con perdón). Estos sin duda son donde "mejor" lo pasamos. Siempre es sorprendente pedir tomate frito y que traigan berenjenas o creer pedir plato de verduras y que traigan cerdo. Por eso, como estrategia de selección ahora vamos a restaurantes donde haya salón donde podamos ver lo que come la gente, y, cual mercadillo nocturno, nos paseamos por las mesas, señalando aquello que tiene buena pinta para comer, sin ningún reparo pues los chinos no tienen reparo en nada. Y así es como lo hacemos. El mayor desafío ahora es pedir cosas que no piquen demasiado, pues a los chinos de china les encanta el picante, y tres de cada cuatro platos que pedimos son, sin quererlo, picantes. Pero mucho. Sorprendente no? Probad de pedir picante en vuestra próxima visita a vuestro restaurante chino favorito en España. Probad..

 

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