Oct 14, 2005 - Yunnan

Y el tiempo pasa y de repente nos encontramos que estamos a 15 de octubre. Eso quiere decir que nos queda exactamente una semana de visa para quedarnos en China. Y eso también significa que llevamos 10 días en la provincia de Yunnan, una de las más variadas e interesantes de China, lo cual no quiere decir que sea una de las que más nos estén gustando.

Interesante si es, pero por eso, porque es variada. Porque tiene un poco de todo (montañas, arrozales, jungla, pueblos, tribus...) y muy a nuestro pesar muchos chinos. Pero muchos. Porque precisamente durante la semana pasada, del día 1 al 8, ha sido una de las tres semanas de vacaciones oficiales para TODO el país. Consecuencia: todo está abarrotado y desbordado de PTC (os recuerdo, Putos Turistas Chinos) y todo es el doble de caro. Así por la jeta. O porque este periodo vacacional, llamado la Semana de Oro, fue creado por el Gobierno hace 5 años para fomentar el consumo interior, para elevar el gasto de la población y el crecimiento de la economía. Y que mejor que para lograr eso que doblar los precios de hoteles, restaurantes?

Así que un día más tarde de llegar a LIJIANG decidimos largarnos a encontrar lugares más tranquilos. Porque a pesar de ser un pueblo precioso, con calles peatonales, casas de madera, antiguas, muy bien conservadas y ríos y canales que serpentean a lo largo y ancho la parte antigua de la ciudad, nos sentimos asfixiados por los grupos de turistas chinos, por la masa. El problema de la ciudad es que era tan bonita es que fue declarada lugar de interés por la Unesco, cuando después de un duro terremoto lo único que quedo en pie fue la ciudad antigua (mas o menos, vaya). Y le paso lo que a todos los lugares bonitos en China. Le construyen autopistas, aeropuertos, estaciones de tren para que llegasen cientos de miles de turistas. Y entonces todas las casas de la ciudad antigua se reconvirtieron en hostales (típicos) y surgieron de la nada cientos, miles de tiendas de souvenires (la mayoría de los recuerdos a la venta son importados de otras regiones, que aquí lo que importa aquí es vender, sea de donde sea). Y todo esto crea un pueblo fantasma, un pueblo en el que solo se vive por y para el turismo y no queda ni un centímetro cuadrado de pueblo puro, sin contaminar. Y te da la sensación de estar en Disney Land o algo así. Y sintiéndolo por el pueblo y lo que un día fue, nos largamos antes de lo previsto.

Así que lo dicho. Autobús local (cuantos más fumen dentro mejor!) a Zhongdian, otra obra de ingeniería del turismo chino. Resulta que deciden fomentar el turismo en esta región. Así que el gobierno dice que es tan bonita (todavía estamos intentar adivinar en qué se basaron para llegar a esa conclusión...) tan bonita que es el paraíso, como mínimo, y le cambian el nombre a la ciudad y la renombran Shangri-La (el paraíso para los budistas) y construyen otra autopista, para que lleguen miles de turistas a lo que ya es pre-Tibet (por eso íbamos allí) y se queden tan asombrados como nosotros: Llegamos a una ciudad china, sin gracia, fea vaya, en mitad de la nada. Bueno, y unas casas de madera antigua. Pero ya que estamos allí vamos a ver un monasterio budista (que para el que no haya visto Tibet debe resultar impresionante) y un lago. Y poco más. Porque no hay más que ver. Timo del Ministerio de Turismo chino. No le pediremos que nos devuelva el dinero de esta parte del viaje pues creo que no recuperaremos nada.

E intentamos ser positivos, darle otra oportunidad. Venga, avancemos un poco más hacia Tibet, que eso sabemos que nos gusta, que nos engancha. Y pasamos por valles secos y montañas que poco a poco van creciendo y dando forma a pueblos que reconocemos como tibetanos y a gente que viste diferente y que, claramente, no son chinos Han. Y llegamos a BENZILAN. Y eso nos gusta un poco más. O eso nos parece a primera vista. Pero caminamos, vemos más templos y más casas de pueblo sin gracia y el pueblo, vuelve a ser feo, suerte de alrededores montañosos, que si no... Y tristes decidimos irnos de allí rápido. Decepcionados. Aunque como son las cosas! Resulta que a la mañana siguiente empiezan las fiestas locales! Y pensamos que qué suerte, que veremos lo que buscábamos, un poco de vida, de gente interesante, de acción! Pero nada, tampoco. Dos horas de espera sentados en mitad de un campo hasta que a las 10 llegan las autoridades (no tan locales). Y empiezan las presentaciones, discursos, saludos... (la herencia comunista?) media hora. Y luego los habituales bailes regionales pero bailados con tan poca gracia, con tanto desinterés por jóvenes más preocupados que de disfrutar con lo que para ellos también es vacaciones... Y tras media hora el plato estrella de las fiestas: la lucha de toros! Ole! (como españoles temblamos... serán tan bestias como en nuestro país? Les pincharan, harán sufrir y luego mataran?) No. Aquí de torear nada. Aquí lo que mola es ponerlos en el campo, de dos en dos (sin contar a la pobre vaca en celo usada como cebo para que los dos machos se peleen por ella) y esperar a que se enfrenten, a ver cual es el más fuerte, a ver cual echa para atrás antes. Cosa que puede llevarles como dos segundos (sin exagerar) tras quince o más minutos de espera... En fin, demasiado lento como para aguantar más de tres o cuatro enfrentamientos seguidos. Así que nos piramos nuevamente.

Por suerte China es grande y depara increíbles sorpresas, como la TIGER LEAPING GORGE. O la garganta más grande que jamás haya visto. La del río amarillo, el Yangtse. Ante la cual uno se siente pequeño, bueno, ínfimo. Ridículo. No por la longitud, pues tienen no más de 15 kilómetros, sino por la altura, pues desde lo bajo del rió a lo alto de la montaña hay dos mil metros de desnivel, en picado, en acantilado prácticamente, de los que no caben en la cámara de fotos ni haciendo tres seguidas. Y por más que subes la montaña y el rió se va dejando abajo las montañas siguen creciendo, altas, enormes. Y subes, dos, tres horas y parece que no hayas empezado, pero el río, ahora un hilo a tus pies, te recuerda donde empezaste. Y el trek de 15 kilómetros (en la ladera menos escarpada) está salpicado de casas rurales de campesinos, algunas reconvertidas en preciosos, relajantes hostales de montaña. Donde se come y duerme como en ningún otro sitio (o serán las caminatas que abren el apetito?). Y durante día y medio alucinamos por la belleza, por la magnitud de la montaña, del espectáculo natural. Y por lo solitario que es el lugar. O bueno, porque solo nos encontramos algunos guiris. Porque lo bueno es que los chinos si no llegan en autobús al lugar X no llegan. Caminar, hacer trekking u otras actividades físicas estresantes en vacaciones no entra en sus planes. Así que entre israelitas y americanos y algún belga insufrible disfrutamos dos días en el lugar más bello que he visto en toda China. Y solos. Eso es lo increíble. Este es de los de repetir.

Y con ganas de más nos vamos. El tiempo apremia y la visa se acaba. DALI es la ultima parada antes de la capital Kunming. Otro pueblo que promete y se queda en eso. Pequeñas casas, calles peatonales, muralla reconstruida... Aunque la verdad es agradable y lo pasamos bien pues hay pequeños restaurantes bonitos y románticos, donde se come bien y barato; y te puedes comer una cheese cake como hacia meses que no; y te hablan en inglés; y tienes internet gratis en el hotel; y viejecitas en sus trajes tradicionales te ofrecen marihuana para fumar. Vaya, civilización. Pero en pequeño y por eso la gente se queda aquí varios días. Por comodidad. Porque los alrededores tampoco matan. Vale, si, hay un lago, pequeños pueblos agrarios, arrozales, mercados de la etnia Bai (lo único que ha valido la pena, por ver cosas un poco diferentes) pero tal vez es porque mi cabeza está ya fuera de China, con ganas de irse, de que, inconscientemente, se acabe la visa para tener que irnos...

...Camino a Myanmar. Bueno, si nos dan visado. Lo pediré de rodillas. Que me dejen entrar. O salir de China...

 

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