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Dec 2005 - Filipinas Parte 2 Y
sobrevivimos Manila. Enorme, polucionada, caótica, peligrosa...
ninguno de los calificativos (mas que adecuados) que oímos antes de
llegar fueron positivos! Se nos hizo sorprendente, por su parecido a México
DF. Alambradas y seguridad armada en colegios (anti secuestros?) Mas
de lo mismo en residencias particulares (que parecen fuertes en lugar
de casas) guardias de seguridad armados en supermercados... y carteles
en restaurantes en ingles como "No outside food, drinks or
fireguns allowed inside". Aunque como México, un pequeño casco
antiguo bonito y bien conservado. Y con decenas de parejas cincuentón
blanco - jovencita filipina. Asqueroso. Como la capa de polución en
el aire al despegar en el avión, destino a lugares más tranquilos. Como
la isla de Bohol. Famosa por su buceo y las Chocolate Hills. El buceo
la verdad es que fue bueno. Y fácil, a pesar de llevar un año sin
meterme en el agua (y Anna tres!) se nos dio de miedo, cual
sirenitas... Paredes llenas de coral en perfecto estado, miles de
pececillos, morenas y hasta un gran grupo de barracudas girando
entorno a nosotros. Bello, y 4 buceos que supieron a poco. Y es una
grata sorpresa ver que un país sea tan consciente de la riqueza que
tiene debajo del agua, pues casi cada isla del país es parque natural
submarino protegido! Entre
un día de buceo y otro nos pillamos una moto para visitar tres sitios
interesantes. Antequera con su activo mercado dominical de productos
hechos a partir de la cana. Corella con su centro de protección del
Tasier, uno de los primates más pequeños del mundo (y nocturno en su
comportamiento, así que a pesar de ver tres, con ojos somnolientos,
nos contemplaban tranquilos, pasotas...) Y last but not least una
pelea de gallos. De las de verdad, a muerte, en un
"gallodromo", una arena cuadrilátera, cual combate de
boxeo, con cientos de espectadores en pequeños graderíos, apostando,
gritando, a ver cual gallo mataba antes al otro. El combate mas largo:
un minuto. Pues además del pico les ponen una navaja en la pata, para
cepillarse antes al adversario (y por eso los chorros de sangre en la
arena...) brutal pero interesantísimo, por lo ilegal que es en otros
países (no me extraña) y lo normal que es en la vida cotidiana
filipina. Pues aquí crían gallos como quien se canta una coplilla. Las
Chocolate Hills se llaman así por el color que al parecer tienen en
época seca. A nosotros nos parecieron tremendamente verdes, jugosas,
curiosas. Casi anecdóticas, pues son formaciones de 50-100 metros de
alto, con formas de queso de tetilla gallego (por no decir
directamente pechos, pero sin pezón) que salpican el centro de la
isla. Valió la pena levantarse al amanecer, a las cinco y cuarto,
pero tampoco eran lo que prometían. Así
que con un vuelo que coger en Cebu pillamos un trasbordador que nos
cruzó de una isla a otra en un periquete (vaya, un par de horas) Y
haciendo recuento hemos cogido todos los medios de transporte
disponibles en este país: la moto, la moto-taxi-sidecar llamada
triciclo, el taxi, el jeepney (ese cruce entre land rover y autobús)
el bus local, el bus regional (con tremendo aire acondicionado, para
denotar su status) la barca de pescador (para bucear) el barco y el
avión! En dos semanas, pas mal. Cebu
es un mini Manila, así que planeamos quedarnos lo menos posible. Pues
eso, 12 horas. Salimos a intentar ver una película decente (sin éxito)
cenar en un restaurante decente (sin éxito) y disfrutar un poco de la
ciudad (sin éxito) que poco tiene para disfrutar. Salvo el
aeropuerto, pero porque nos vamos. así
que otro avión de salida para ese lugar con el nombre precioso de
Puerto Princesa, en la isla de Palawan. Casi la ultima antes de
Borneo. Aunque tan pronto llegamos, tan pronto nos vamos. Solo tiempo
para sacar mas dinero del cajero, que nuestros dólares se acaban...
Nuestro objetivo, El Nido, en el extremo norte. Pillamos una furgo
compartida (con AC, of course) que conduce un maniaco emulador de
Carlos Sainz. Es decir, tranquilo cuando había asfalto (2 horitas) y
como un poseso cuando el asfalto se acabo (2 horas y media) para
llegar anocheciendo a Tay Tay, antigua capital española de la isla,
de la que hoy solo queda un fuerte con una iglesia en el medio. El
resto, casas de paja y un par de hoteles de paso. Noche y la aventura
continua. Con
suerte pillamos el bus para llegar a El Nido por la mañana. Durante
los dos días anteriores no lo hubo. Pues por las lluvias la pista se
convirtió en un barrizal y no se podía transitar. A nosotros
"solo" nos tuvieron que sacar remolcados con cadenas del
lodo dos veces (y por suerte no hubo que ponerse a empujar, aunque lo
del Camel Trophy me lo estoy pensando) En fin, que derrapes, titubeos
y volantazos nos pusieron donde debíamos, en el pequeño pueblecito
de El Nido, rodeado de arrozales, junglas y cientos de garzas blancas. El
Nido. Una de las joyas de este viaje. Una de esas que uno ve que se
van a hacer famosas pronto y que empezarán a venir guiris en masa y
que perderá el espíritu y carácter actual para darle al turista lo
que quiere (supuestamente) Pues es un pueblo pequeño, de veinte mil
habitantes no mas, al borde de una bonita playa entre acantilados. Y
en la bahía, decenas de islas surgiendo del agua salvajemente,
cortando el agua. Con blancas playas. Y jungla. Y todo lo que uno
espera de unas islas paradisíacas. Y
la magia esta en esto. Y en el pueblo. Pues duermes en pequeños
bungalows a borde de la playa que las familias han ido haciendo. Y
ellos viven en el de al lado. Y te sientes como parte de la comunidad.
Pues al lado de la tienda de buceo (solo hay dos) esta el súper de
toda la vida, al lado la peluquería y más allá la ferretería. Nada
ha cambiado demasiado todavía. Unos pequeños hoteles han salido y
alguna tienda de souvenires, pero nada más. Y eres turista pero no lo
sientes. Y esa es la magia de este lugar. Uno en el que dan ganas de
comprar un terrenito, hacer unas cabañas y quedarse a ver como más
gente viene a disfrutar de esto. Hasta que pase a ser como tantos
pueblos e islas en Tailandia, que han perdido su carácter y sentido
en pos de los dólares del turista. Aunque con vosotros lo comparto.
Ponedlo en vuestra agenda de viajes. Pero quedad tranquilos, no lo diré
a nadie más, será nuestro secreto... (vaya, que cualquiera que
un secreto a voces...) |